Parroquia Sant Feliu de Cabrera de Mar

Parroquia Sant Feliu de Cabrera de Mar
Dibuix de Felix Albajes

dimarts, 14 d’agost del 2012

Homilia platicada por Mn. Miquel Ramon (12.8.12) en la parròquia Mare de Déu de la Salut de Badalona. Domingo XIX B (TO)

Domingo XIX B (TO)

El Evangelio de este domingo continúa con el discurso del pan de vida. Recordemos que hace dos domingos leíamos que Jesús había multiplicado los panes y los peces para dar de comer a cinco mil hombres. El domingo pasado escuchamos que enseguida muchos de ellos quisieron proclamarlo rey, porque comieron todo lo que quisieron. Cristo rehúsa esa actitud y se marcha, porque no han entendido que ese gesto era signo de un hambre más grande que él ha venido a saciar: el hambre de sentido, de amor, de felicidad de cada uno de nosotros.

Hoy Jesús continúa su discurso y se presenta Él mismo como el pan que ha bajado del cielo. La primera reacción de sus conciudadanos es de extrañeza. “¿Tú el pan bajado del cielo? Pero si conocemos a tu padre y a tu madre; si eres del pueblo de toda la vida…¡¿qué dices ahora?!” Fijaos que reacción tan típica. Ante la presentación de algo grande, de algo bello, enseguida se quiere reducir, se sospecha. Pensemos en nosotros mismos; cuantas veces hemos conocido a una persona excepcional, amable, fuera de lo común…y nuestra primera reacción ha sido: “uy, algo querrá…” y no nos hemos dejado impactar por la posibilidad de que algo así entrara en nuestra vida. También en nosotros predomina el juicio negativo hacia los demás, como hicieron los paisanos de Jesús con Él. No dejemos que ese prejuicio nos cierre la posibilidad de la sorpresa, de ver cómo el Señor nos sorprende en la vida cotidiana, también a través de nuestros amigos y conocidos.
Jesús dice que nadie pude venir a Él si el Padre del cielo no lo atrae. Es decir, Dios ama tanto al hombre que lo llama constantemente, lo atrae hacia sí para establecer una relación con Él. Esta manera de ser de Dios nos revela una característica importantísima del cristianismo. Una persona se hace cristiana porque ha descubierto un atractivo; el atractivo de Jesucristo. La sociedad actual, y muchas veces nosotros mismos, percibimos el cristianismo como un peso. Sí, creemos en Cristo, ¡faltaría más!, pero no pocas veces lo vivimos como algo pesado, algo con lo que cumplir, como si fuera una tarea más de nuestra vida. Fijaos pues la oportunidad que nos da Cristo hoy: seguirle no es un peso, sino que es un atractivo que hace nuestra vida más bella, más verdadera, más feliz. El Papa no se cansa de repetir que lo que más caracteriza al cristiano es la alegría, la alegría de la fe; pues Dios se ha hecho hombre para que nosotros podamos alcanzar la vida verdadera a través de Él.
Por último quisiera decir alguna cosa de la primera lectura. Hemos escuchado cómo el profeta Elías era alimentado en medio del desierto. Elías huía de la reina Jezabel, que le busca para matarlo porque había dejado en ridículo a los profetas de Baal. Es preciosa la frase que le dice el ángel del Señor cuando lo encuentra exhausto bajo una retama: “Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas”. ¡Qué bien define esta frase nuestra vida! Cuantas veces hemos percibido nuestra existencia como algo que nos supera: problemas, dificultades, incomprensiones, dolor, enfermedad. La vida se nos presenta en ocasiones con una dureza que parece que nos va a vencer. La Iglesia nos invita a alimentarnos para recuperar fuerzas. Alimentarnos de la Palabra de Dios y del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Sólo así se puede recorrer el camino de la vida con la alegría de los hijos de Dios.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada